NUMANTIKÓN

NUMANTIKÓN

Panel 4

SOLDADOS FRENTE A HÉROES

Numancia, el terror de Roma

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Los guerreros numantinos lucharon como mercenarios en diversas guerras del Mediterráneo, a favor o en contra de Roma. Pero, cuando a partir del año 200 a. C. los romanos emprendieron la conquista de su territorio, la situación cambió y los diferentes pueblos de la Celtiberia -titos, belos, lusones, arévacos y pelendones- se unieron en coalición frente al enemigo común. La última fase de las Guerras Celtibéricas -del 153 al 133 a. C.- es conocida como Guerra Numantina, por ser precisamente la ciudad de Numancia la que encabezó la resistencia contra Roma. Esta, a pesar de su potente maquinaria de guerra y de su superioridad numérica, encadenó derrota tras derrota, a lo largo de veinte años de campañas, hasta conquistar la ciudad celtíbera.

El senado romano designó a su mejor general, Publio Cornelio Escipión Emiliano, para someter a la ciudad numantina, asediándola durante once meses hasta su caída en el verano del año 133 a. C. Antes de entregar las armas y someterse a la esclavitud, sus habitantes prefirieron encontrar la muerte por su propia mano. Los pocos supervivientes fueron vendidos como esclavos y el lugar fue arrasado.

Los guerreros numantinos luchaban con un pertrecho ligero que incluía excelentes espadas de doble filo y utilizaban tácticas de guerra basadas en el conocimiento del territorio y en los ataques y retiradas rápidos, lo que ocasión graves problemas a los ejércitos de Roma, acostumbrados a luchar en sólidas formaciones con armamento pesado. Su capacidad para el combate y su tenaz resistencia fueron glosadas en numerosas ocasiones por los autores clásicos, pasando de la incomprensión a la admiración por el enemigo.